Uno
de mis amigos, filósofo eminente, que puede dar dignidad incluso a
unos muebles feos elevándolos mediante la serena luz de la ciencia,
me ha mostrado un hecho insignificante pero preñado de
consecuencias. Un espejo de cuerpo entero o una amplia superficie de
acero bruñido que una doncella se encargue de frotar, recibirá
diminutos y múltiples arañazos en todas direcciones, pero si
después de coloca frente a esos objetos una vela encendida como
centro de iluminación, los arañazos parecerán distribuirse en una
delicada serie de círculos concéntricos en torno a ese pequeño
sol. Se puede demostrar que los arañazos van en todas direcciones de
manera imparcial y que sólo nuestra vela crea la lisonjera ilusión
de una ordenación concéntrica, ya que su haz produce una selección
exclusivamente óptica. Todo esto no es más que una parábola. Los
rasguños son acontecimientos y la vela el egoísmo de cualquier
persona.
Me encantaría añadir algo, pero las dos últimas frases del texto cumplen la función que suele desempeñar mi comentario de listillo explicando. El experimento puede reproducirse en casa aunque no se disponga de doncella. Aprovecho para recomendar este pedazo de novela
Se nos habla de muebles que aunque feos (no viejos ni humildes sino feos ) pueden ser devenidos feos de solemnidad
ResponderEliminarpor la presencia del amigo filósofo que derrama ciencia,luego verdad, luego belleza, tal como La flor de la Canela derramaba lisura a su paso. Lisura llaman los peruanos a la gracia y donaire , o sea lo no abrupto. Entre los muebles nos tropezamos con el espejo de cuerpo entero y el experimento que pone de relieve el ego que Narcisos todos llevamos dentro. Pero me he acordado del cuento japonés de mi infancia, época alejada de selfies,:El espejo de Matsuyama donde una candorosa muchacha cuya madre había muerto , mirándose en el espejo hablaba y sonreía a su madre que le hablaba y le sonreìa
Dear woman
ResponderEliminarPues muy interesante el cuento japonés, no lo conocía. Puestos a derrarmar algo al pasar nada mejor que la lisura, la verdad, y para abrupto el paisaje del País Vasco donde he pasado el puente.
See you later alligator